Se está acercando la estación más fría, donde las ideas se congelan
y todo se tiñe de un ambiente frío, triste. Cuando ésta llegue, quiero que tus
manos me abriguen, cuando caiga la nieve que ellas sean mi refugio, mi abrigo.
Quiero que tus palabras despierten mi imaginación, que seas mi inspiración para
que el frío no me hiele los pensamientos. Te pido que cuando llegue el invierno
tu aliento descongele la nieve que hay en mí, me llene de calor y reviva cada
parte de mi cuerpo que ha quedado medio muerta. Y que tu sonrisa me dé motivos
para sonreír, que los tonos tristes los transformes en colores llenos de vida,
de alegría. Llega el invierno y sólo necesito que tú estés a mi lado, para
poder recogerme cuando me estrelle contra el duro suelo, para llevarte con tu
presencia los crueles recuerdos que me persiguen. Te necesito este invierno
para sobrevivir a la nevada, porque este año promete ser más fuerte que nunca.

Hola de nuevo, espero que estéis pasando un fin de semana estupendo ^^
Hoy os traigo una nueva entrada de Explosión!, esta vez con unas cuantas imágenes relacionadas con Los juegos del hambre, aprovechando que estrenaron el viernes Sinsajo Parte 2.
(Os adelanto que martes o miércoles subiré el vídeo que no he podido subir este fin de semana y en él hablaré de mi opinión sobre la adaptación.)
Espero que os gusten las imágenes,
un beso y feliz día :)
La gente de ahora se ha olvidado del verdadero sentido de la
palabra amar. Las relaciones duran lo mismo que un suspiro y los ‘te quiero’ se
dicen sin apenas conocer a la otra persona. Se regala amor en las discotecas y
con el alcohol confundiendo las cosas, se llama amor a casi todo. La gente ha
olvidado lo bonito que es regalar besos en la frente, lo bonitas que pueden ser
las palabras o un poema, ya nadie recuerda realmente lo que es cogerse de la
mano o regalar flores. Los amores románticos, los de libro, ya no existen más
que dentro de las páginas. Somos la generación del amor efímero, el amor
rastrero, las mentiras y el engaño. Somos los que han dejado de lado el
romanticismo, el amor, para entregarse a quien sea en cualquier parte. Quién
pudiera vivir hace unos siglos, cuando los cortejos duraban meses y se
respetaba el amor por encima de todo, cuando las cartas fugitivas y
las manos cogidas furtivamente a altas horas de la madrugada eran la pasión.
Cuando los bailes eran muy diferentes a los de ahora y las fiestas públicas (al
menos la mayoría) no tenían ni una pizca de la connotación lujuriosa que tienen
hoy en día. Somos los salvajes, los bala perdida, pues ya ha quedado de lado
toda la ternura que el humano podía regalarse.
