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miércoles, 26 de noviembre de 2014

Fénix.


Se consumía en el fuego que ella misma había encendido. Se esfumaba en el humo del cigarro que se moría en un lado del cenicero. Se incendiaba como la pólvora en un rápido acto. Era un suicidio. Y cuando no era más que cenizas, cuando solo quedaban los restos de la mujer feliz que fue, cuando pensaba que ya no había nada más, entendió. Entendió que solo ella misma podría salir del rincón. Podía ser como un fénix, que renace de sus cenizas después de morir. Pero esta vez no vendría nadie a rescatarla del precipicio, debería aprender que solo podía contar con ella misma, que ningún sapo convertido en príncipe volvería a romperla. Con toda su fuerza de voluntad, se levantó, renació. Reconstruyó poco a poco lo que tantos habían desarmado y volvió de pie y con la cabeza alta. Lista para una nueva batalla. Lista para caer y levantarse las veces que fueran necesarias. 


6 comentarios:

  1. Joo... este sí que es bonito de verdad. Me gusta lo que escribes, pero este sin duda, es el mejor que has escrito (para mí).

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    1. Muchas gracias, es todo un placer y un orgullo compartir mis textos con vosotros/as :)

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